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SUCULENTO FESTIVAL SALSERO EN EL ZÓCALO

Por: Juan Carlos Gutiérrez Monroy
Fotos: Miguel Ángel Vilchis Romero

Lídice Martínez Aguirre - MEXICO


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· Los Van Van, en su punto
· Gilberto, Auténtico y brillante
· Willie Colón, un cierre y un trombón de primera

Como pocas veces, el Zócalo de esta gran metrópoli se vio inundado de corazones salseros. No era para menos, el elenco era de primera: tres grandes de la música caribeña se daban cita en tan particular escenario: Los Van Van de Cuba al mando del maestro Juan Formell, Gilberto Santa Rosa, El Caballero de Salsa y una sensacional orquesta y El Malo del Bronx, Willie Colón.

Desde muy temprana hora la gente acudió al corazón de la ciudad para presenciar las exhibiciones que diversas compañías de baile ofrecieron desde el medio día, lo que sin duda había calentado los ánimos de quienes sabían del banquete que se avecinaba.

Al filo de las 20 horas el pronóstico era de más de 120 mil personas las que literalmente habían atiborrado la plancha del zócalo capitalino para presenciar las actuaciones de tan prestigiados latinos.

Justo delante de la admirable y barroca Catedral Metropolitana y frente al también pulcro edificio sede del Gobierno Capitalino, Los Van Van iniciaban lo que más tarde se convertiría en una majestuosa pista de baile. Eran las 19 horas de un sábado amenazante de lluvia y los cubanos daban inicio con lo que se denominó Festival Tropical de Altura.

Con su son cubano ejecutado de una forma por demás radiante, con hip hop, calipso y hasta regaeetón, los cubanos proyectaban esa madurez que su director, Juan Formell, ha cosechado a lo largo de 35 años de trayectoria.

Colombianos, boricuas, cubanos y mexicanos gozaban la siempre bien lograda música cubana, aquella que en sus acordes no deja de recordarnos a todos que Cuba Vive.

Pasadas las veinte horas y ya cuando la catedral había encendido su albor y el colorido tricolor de las luces también adornaban los edificios del centro histórico con motivo de las fiestas patrias, tocaba el turno al que quizás fue el hombre más esperado de la noche, Gilberto Santa Rosa, el mismísimo Caballero de la Salsa, aquel que la gente demandaba desde las 18 horas en que había sido anunciado y que apareció en tarima justo a las veinte horas con cuarenta minutos con un elegante pantalón negro y una fina camisa blanca.

Ni la lluvia que arrancó casi en punto de las 9 de la noche y que duró cerca de 45 minutos, ni los apretones lógicos de un masivo con estas características, movieron de sus lugares a quienes incluso desde las 10 de la mañana de ese sábado acudieron al Zócalo para ver al puertorriqueño. De Tepito, Cd. Neza, Iztapalapa, “La Cuauhtémoc”, Ecatepec y hasta de Tultitlán y Huixquilucan, la gente se trasladó “al centro” para escuchar en vivo temas como Un montón de estrellas, Si te dijeron, El refrán se te olvidó, Conciencia, Mentira, Que manera de quererte, Que alguien me diga, Vivir sin ella, Que se lo lleve el río, La agarro bajando, Perdóname y, desde luego, Sombra Loca, primer sencillo de Auténtico, su más reciente producción discográfica.

Fue sin duda una de las mejores noches de Gilbertito, una velada que difícilmente olvidará y olvidaremos pronto.

Ya entradas las 22 horas tocaba el turno a El Malo, el hombre nacido en el Bronx y quien años atrás había tenido la oportunidad de cantarle al público capitalino en el mismo espacio. Willie se encargaría de cerrar climáticamente la velada salsera.

Con su inseparable trombón y ataviado con un elegante traje negro, William Anthony Colón concluía magistralmente un evento más de aquellos que atinadamente organiza el gobierno capitalino a través del programa DFiesta en el Distrito Federal. Idilio, Che Che Colé, El Gran Varón, Talento de Televisión y Gitana, entre muchos otros, sellaban con broche de oro una de esas noches que los salseros recordaremos con regocijo y que nos hicieron recordar sin duda aquella tarde de domingo en que El poeta de la Salsa, Rubén Blades, hacía lo propio en julio de 2001.

Septiembre 2004

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