Muere
COMPAY SEGUNDO
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Por:
Sergio Lleonart
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MAXIMO
FRANCISCO REPILADO MUÑOZ "COMPAY SEGUNDO" 1907-2003
Cuando
tenía aún mucho por darnos falleció a sus jóvenes
95 años de edad uno de los artistas mas emblemáticos
de la musica popular cubana Compay Segundo accedido a la fama internacional
merced a su participación en el disco ganador del Grammy
y en el film homónimo Buena Vista Social Club.
A manera de tributo a su memoria a continuación el reportaje
que nos concediera en su última presentación en México
y una semblanza de su vida.
PERÍODO
DE FORMACIÓN (1907-1929)
Francisco
Repilado Muñoz nació en el poblado rural de Siboney,
el 18 de noviembre de 1907. Cuarto hijo de una familia campesina
sin antecedentes musicales (salvo el son de la locomotora que conducía
su padre), tuvo su primera emoción artística cuando
en una serena tarde del año catorce vio bajarse del tren,
frente a su casa, a un hombrecito guitarra en mano. El cantor se
acercó y le dijo: Yo soy Sindo Garay. Entonces Repilado tenía
tan solo siete años y no tenía la más remota
idea de que estaba siendo bendecido por la presencia de uno de los
genios de la música cubana, ya muy conocido por sus magníficas
canciones trovadorescas.
En 1916 la familia se traslada a la cercana ciudad de Santiago de
Cuba, donde Repilado se forma. Aprender y ejercitar los oficios
de tabaquero y barbero, no le impide convertirse en un precoz tocador
autodidacta de la guitarra y el tres. A partir de ambos inventó
su propio instrumento el armónico tomando de
ellos las características que más le convenían.
Consiguió desde entonces uno de los elementos que conforman
su singularidad dentro del contexto general de la música
popular cubana.
En sus primeros años santiagueros aprende solfeo con la niña
Noemí Toro y poco después se hace clarinetista con
el maestro Enrique Bueno y logra alcanzar el sexto grado de instrucción
primaria, en un colegio público. Pero, sin duda, la más
intensa de Francisco Repilado, fue su inmersión en la bohemia
santiaguera de los años veinte. Sus frecuentes visitas al
Bar Tamarín, situado en una de las esquinas de las calles
Calvario y Martí. Allí recalaban los más connotados
tocadores y cantadores de Santiago de Cuba. Aquel mismo Sindo Garay
que llegó a su puerta en la niñez y también
Miguel Matamoros, Pepe Banderas, Juan de Dios Echeverría,
Salvador Adams, Siro Rodríguez, Rafael Cueto, el Chino Cornelio...
Aquellos fundadores del cancionero cubano advirtieron enseguida,
que aunque Repilado todavía era casi un muchacho, tocaba
con destreza una guitarra rara y era portador de una
voz segunda, cuya expresión y recursos la harían,
con los años, verdaderamente legendaria.
La
primera agrupación en la que se enroló, cuando todavía
le faltaban muchos años para que lo conocieran por el apelativo
de Compay, fue el sexteto Los Seis Ases, en compañía
de otros niños. Antes de los veinte años ya era clarinetista
de la Banda Municipal de Santiago, que dirigía Enrique Bueno,
su maestro en el instrumento. Formó por aquellos mismos años
varias agrupaciones de las llamadas estudiantinas, la de Yayo Corrales,
la de Ventura el Sordo y La Arrolladora. Como las tunas, estaban
compuestas casi siempre por estudiantes.
En 1929 viaja por primera vez a La Habana, como integrante de la
Banda Municipal de Santiago de Cuba. Se empleó entonces en
el ejercicio de la música culta, y al mismo tiempo como trovador
sonero, porque el director le encarga la coordinación de
los tocadores y cantadores populares que participaban como invitados
en las actuaciones de la Banda. Entre ellos estaba el mismísimo
trío Matamoros. Se celebraba en la capital cubana un Festival
de Bandas y resultó ganadora la de Santiago, motivo por el
cual le correspondió tocar en el acto de inauguración
del Capitolio de La Habana, el día 10 de octubre, aniversario
del inicio de la primera guerra contra el colonialismo español.
Se produjo, sin duda, la primera gran oportunidad para que Repilado
confrontara su poder creativo más allá de las peñas
de los bares santiagueros, las retretas de los parques de su ciudad
y las inefables serenatas ofrendadas en la alta noche a las muchachas.
Al iniciarse la tercera década del siglo XX, se instalan
en Santiago de Cuba las primeras estaciones radiofónicas
comerciales y se produce una segunda gran oportunidad para que Repilado
ponga su arte en contacto con mayor cantidad de público.
En ese momento es miembro del cuarteto Cubanacán y son invitados
a estas emisoras, que son recibidas por la población como
la gran revelación. Sale entonces al éter tocando
su armónico y dejando escuchar, en compañía
de los otros miembros del cuarteto, algunas de las canciones que
a partir de 1922 ha comenzado a componer.
SU AFIRMACIÓN EN LA HABANA (1934-1955)
En 1934 Francisco Repilado llega a La Habana por segunda vez. Ahora
dispuesto a demostrar que también a la segunda puede ir la
vencida. Salió de Santiago como integrante del quinteto Cuban
Stars, que estaba dirigido por Ñico Saquito, considerado
padre de la guaracha cubana. Antes de llegar a la capital, ofrecieron
conciertos en muchos otros puntos de la Isla, y en ella se presentan
en teatros, emisoras de radio y fiestas, tomando cada vez más
contacto con el público de todo el país. El quinteto
Cuban Stars vuelve a Santiago y Repilado se queda en La Habana.
Gracias a una recomendación del maestro Enrique Bueno, puede
incorporarse a la Banda Municipal capitalina, entonces bajo la batuta
del maestro Gonzalo Roig.
El joven músico oriental comienza a frecuentar en La Habana
el ambiente de los músicos populares que le son afines. Se
hace asiduo a la casa de la trovadora Justa García, situada
en la calle Salud y al poco tiempo se integra como guitarrista en
el cuarteto Hatuey, que ella dirigía. Al producirse el retiro
de Justa, Repilado continúa en el cuarteto, entonces bajo
la dirección de Evelio Machín (hermano de Antonio).
Por
esos días comparte trabajo con el gran compositor y guitarrista
Marcelino Guerra y toca por primera vez junto a Lorenzo Hierrezuelo.
Como integrante del cuarteto Hatuey, Repilado viaja por primera
vez fuera de Cuba. En 1938 llegan a la capital mexicana. Además
de presentarse en varios cabarets y teatros, participan en las películas
Tierra brava y México lindo.
Regresó a La Habana en 1939 y ya en la década del
cuarenta del pasado siglo, ingresa en el conjunto Matamoros en calidad
de clarinetista. Fueron doce años de trabajo junto al creador
de Mamá, son de la loma que contribuyeron al
perfilamiento musical definitivo de Francisco Repilado y también
le ofrecieron la posibilidad de compartir con un jovencito que llegaba
como cantante, y no muchos años después se iba a considerar
como el sonero mayor: Benny Moré.
En 1942, sin abandonar su trabajo con Miguel Matamoros, Repilado
es coprotagonista de un acontecimiento musical de mucha trascendencia
dentro de la música cubana. Mientras le está cortando
el pelo a Lorenzo Hierrezuelo, siendo ambos nativos de Siboney,
como por accidente le propone formar dúo, para divulgar principalmente
música de monte adentro, concebida por ellos mismos y también
por otros autores de la región oriental. De mutuo acuerdo
se bautizaron como dúo Los Compadres, aludiendo a la tradicional
manera de saludarse los vecinos en las zonas rurales de Cuba.
Tienen los entonces treinta y cinco años. Repilado atesora
ya experiencia suficiente como para desarrollar en una agrupación
propia su estilo singular. Repilado atesora las experiencias suficientes,
como para desarrollar en una agrupación propia su estilo
de sonero singular. Haciendo radio, de fiesta en fiesta, grabando
un disco al mes para la disquera cubana Panart (que luego vendería
profusamente por toda América Latina), Los Compadres se mantuvieron
juntos hasta el primero de septiembre de 1955.
Hierrezuelo
continuó el dúo con su hermano Reynaldo (actual director
de la Vieja Trova Santiaguera), realizando una labor igualmente
valiosa, sin superar nunca los logros del dúo original. Porque
de la guitarra y la voz prima de Lorenzo Hierrezuelo, el armónico
y la poderosa voz segunda de Francisco Repilado, resultaba una síntesis
tan fina y sabrosa, que nunca más se ha vuelto a dar en agrupaciones
semejantes. De su colaboración con Hierrezuelo guardó
Repilado su nombre de guerra en las lides de la música cubana,
que alude al papel de su voz dentro de Los Compadres: COMPAY SEGUNDO.
MÁS O MENOS LAS TINIEBLAS (1956-1994)
Al salir de Los Compadres, Compay Segundo toca ocasionalmente el
clarinete en algunas agrupaciones, como el conjunto de Ojeda, en
el cual había estado invitado incluso antes de la desintegración
del original y legendario dúo. 1956 encuentra a Repilado
con una nueva y propia agrupación: Compay Segundo y sus Muchachos.
Primero como trío y más adelante como cuarteto. Con
ellos se presentó en diversos sitios de Cuba y realizó
exitosos conciertos en República Dominicana. Y aunque no
acudió tan reiteradamente como antes a los estudios de la
Panart, pudo seguir grabando. En los archivos musicales cubanos
es posible encontrar registros fonográficos de Compay Segundo
y sus Muchachos, cuando figuraron como voz prima otros importantes
nombres, como Carlos Embale y Pío Leiva.
Sería tonto creer que Compay ha dejado de cantar y de tocar
su armónico desde que se atrevió la primera vez, hasta
hoy; pero su trabajo profesional
como músico fue intermitente por estos tiempos e incluso
después del triunfo revolucionario de 1959, viajó
a China con un contingente de jóvenes a realizar trabajos
de tala de árboles ha dicho él alguna vez. Regresó
a Cuba, no sin antes cautivar al propio Mao con sus sones orientales,
y, sin embargo, las instituciones dedicadas entonces a agrupar a
los músicos no le reconocen inmediatamente como profesional.
Nada derrota la vitalidad de Compay Segundo, que allá por
1978 logra volver a los viejos estudios de la Panart, que se llaman
Areito y pertenecen a la EGREM (Empresa de Grabaciones y Ediciones
Musicales). Voces primas de esos momentos son su sobrino Juan Enrique
Coquet y su hija Amparo.
En la década del ochenta, Repilado se mantiene mayormente
en Santiago de Cuba, la ciudad que le permitió velar sus
armas como trovador y sonero. No trabaja con su grupo, sino que
se integra al cuarteto del Hotel Daiquirí y también
al cuarteto Patria ya dirigido por Eliades Ochoa. En 1989 viaja
como integrante de esta agrupación a Estados Unidos, Guadalupe
y República Dominicana. Participa también en ese año
en un disco de este cuarteto, donde aparece registrada la primera
versión trascendente del ahora legendario son llamado Chan
Chan, compuesto por Compay en 1986.
A LA GLORIA
POR UTRERA
Desde los inicios de la década del noventa del siglo pasado,
Repilado, ahora de nuevo afincado en La Habana, estabiliza su cuarteto
Compay Segundo y sus Muchachos. Ello no quiere decir que por esos
días su trabajo sea valorado con justicia ni por las instituciones
culturales del país, ni por el público ni por la inmensa
mayoría de los músicos. Mientras Compay Segundo y
sus Muchachos amenizaban el bar cercano a la piscina o el restaurant
del capitalino Hotel Kholy, había incluso intérpretes
de varias de sus piezas que le creían muerto. En medio de
esta atmósfera de olvido generalizado, Compay es invitado
al Primer Encuentro entre el Son y el Flamenco, bajo el auspicio
de la Diputación de Sevilla.
¿Qué tienen que ver Gaspar de Utrera, Antonio Peña
El Cucaracha, Ana Mancheño La Turronera,
La Polvorilla, José el de la Buena,
Gaspar de Perrate, El niño de Juan Manuel
y Adán de Perrate; con Francisco Repilado. Es
muy probable que la mayoría de la gente no pueda responder.
La historia se remonta a 1994 y el vínculo se produjo en
el pueblo sevillano de Utrera en julio de aquel año. Procedente
de La
Habana, con otros tres grupos llegó el cuarteto de Compay
Segundo y sus Muchachos a Andalucía, como parte de los músicos
cubanos, que se trabarían en abrazo entrañable con
los cultores del cante. Por eso aparecieron ya cuando la tarde se
estaba apagando en Utrera, sin duda, uno de los puntos del planeta
donde de manera más original, ha florecido el flamenco. Allí
les esperaban, para actuar en un mismo escenario, ese grupo de cantaores,
tocaores, bailaores y palmeros, que he nombrado. El impacto entre
los músicos mismos y de ellos hacia el público, fue
inenarrable. Ahora que Compay Segundo es tan famoso, que por cantar,
le ha cantado en Roma al telefonista de Dios en la Tierra, es muy
importante no olvidar que el veterano sonero oriental, no actuó
por primera vez en Europa en famosos teatros de París, Bruselas,
Alemania o Inglaterra. Su Chan Chan se escuchó
por primera vez en el Viejo Mundo, arropado por una familia gitana
de Utrera. Es imposible olvidar que cuando cerraron el espectáculo
con ese son, se alzó la voz de la vieja Ana La Turronera,
diciéndole, como para darle el primer empujoncito hacia la
gloria: ¡Cojonudo,Compay!
A partir de su presentación en el Primer Encuentro entre
el Son y el Flamenco Francisco Repilado, en virtud de sus dotes
excepcionales como compositor e intérprete del son cubano
y de su carisma inefable, comienza a ver como sucesivamente se le
abren más y más puertas. Vuelve a los pueblos de Sevilla,
recorre prácticamente toda la península Ibérica,
actúa en importantes teatros norteamericanos, se presenta
la mayor parte de las capitales europeas y por primera vez entra
a un estudio de grabaciones de ese continente. En 1995 el importante
músico español Santiago Auserón le produce
a Compay un álbum doble con lo más significativo de
su catálogo autoral y piezas de otros compositores que figuran
en su repertorio. Salió al mercado bajo el rubro del sello
Gasa, perteneciente a la Warner Music. En 1996 es invitado por Ray
Cooder a participar en el ya histórico disco Buena Vista
Social Club, que comienza con el son Chan Chan. Y ha
seguido grabando otros discos con Gasa. La repercusiones de sus
conciertos en las más importantes plazas del mundo y de sus
nuevos discos, incita a sellos de numerosos países y de Cuba
misma a sacar de los archivos las viejas grabaciones que Compay
comenzó a hacer desde su pertenencia al conjunto Matamoros.
Este hombre inagotable que creció junto con el son cubano,
ha entrado al tercer milenio con todos los deseos de caminarle,
para seguir impulsando hacia el porvenir el más significativo
de los ritmos caribeños.
ARISTAS DE
LA GRANDEZA DE COMPAY SEGUNDO
En medio de la sobria y eficaz arboladura de su cuarteto, Francisco
Repilado coloca el color sin parigual de su armónico y levanta
al viento su voz segunda, que se cuenta entre las más connotadas
de cuantas se conocen en la historia de la música cubana.
Su grandeza se completa con su catálogo autoral. Sones, guarachas,
boleros, guajiras... que manan desde las primeras décadas
del siglo pasado. Es particularmente significativa la lírica
de estas composiciones. Repilado es quizás después
de Miguel Matamoros, el otro gran personaje del son, que cifra en
las letras de sus composiciones un universo de figuras, giros y
combinaciones de la conversación, que deja ya para siempre
salvada la memoria del lenguaje del campesino cubano, con su rica
capacidad humorística e imaginativa.
Ver
entrevista
Julio
2003
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